"Debemos ver el lenguaje como una actividad esencialmente socializante en su origen, que muy poco a poco, a lo largo de la historia del lenguaje humano, se ha ido subdividiendo en procesos individuales (usos monológicos) hasta llegar a las lenguas escritas, en las que es posible ver el lenguaje, por primera vez, con independencia de la interacción, es decir, como producto de una acción individual".
(Enrique Bernárdez, El Lenguaje como cultura)
Desde hace muy poco y a pesar de reconocer el carácter primario de la oralidad en la evolución del lenguaje, los filológos apoyaban sus teorías sobre ejemplos sacados de la lengua escrita. Para nuestro autor, la única forma válida de estudiar el lenguaje es como acto social conversacional., eso es como proceso. Incluso llega a criticar los planteamientos cognitivos derivados del mentalismo chomskyano y del generativismo, porque no se basan en el lenguaje original, sino en su funcionamiento sincrónico. Aunque la postura de nuestro autor pueda parecer extrema, tiene la enorme ventaja de replantear la definición de lenguaje, y por lo tanto de cualquier reflexión sobre su representación, sitematicidad, función, etc. Si nos equivocamos en la base, nada vale.
No nos interesa ahora entrar en consideraciones cognitivas; más bien, nos importa destacar que como proceso oral conversacional, la teoría de Enrique Bernárdez tiene cabida en los estudios pragmáticos: el lenguaje (se entiende oral conversacional) es un hecho de cultura, y como tal constituye un reflejo de los usos, las normas, las costumbres, la ideología, etc. de los miembros de una comunidad.