Henk Havertake en el artículo "La cortesía como estrategia conversacional" nos presenta su tesis pragmálingüística de que la cortesía es una forma de comportamiento humano determinada por principios de racionalidad, y que se manifiesta en la realización de microactos:
(La tipología de las estrategias de cortesía)
Existen actos verbales corteses, es decir actos verbales cuyo objetivo es beneficiar al interlocutor, y actos verbales no corteses, cuyo objetivo es beneficiar al hablante. Dos tipos de acto verbal cortés son los actos expresivos y comisivos, y son estrategias fundamentalmente de cortesía positiva (Brown y Levinson en "Universals in language usage: politness phenomena") ya que permiten transmitir a los demás interactantes la imagen positiva del hablante; en cambio los actos exhortativos son no corteses, y se relacionan con la cortesía negativa ya que con ellos los hablantes tratan de reducir los posibles efectos negativos de sus actos.
Los actos expresivos (positivos) denotan la actitud positiva del hablante hacia el oyente y son considerados gestos de cortesía convencional ante sucesos que atañen directamente al interlocutor. Así pues, se trata de una estrategia de reacción determinada por la relación social entre los hablantes. Por otra parte, los actos comisivos, generalmente convencionales y por lo tanto pronunciados de modo automático, pueden ser insinceros entre personas que mantienen entre sí una relación social de igualdad y solidaridad. Como vemos, las estrategias de cortesía positiva son menos costosas: los hablantes, porque son fórmulas convencionales, requieren de menos esfuerzo verbal para expresarlas que en los casos de cortesía negativa.
Estas estrategias se pueden realizar verbalmente mediante actos verbales directos; en este caso, se habla de cortesía focalizadora, la cual sirev para expresar cortesía positiva. Se puede focalizar al hablante de modo egocéntrico (para manifestar autoridad por ejemplo), o no egocéntrico (por ejemplo con referencias honoríficas). También, se puede focalizar hacia el oyente, con expresiones vocativas (también los honoríficos) o no vocativas (para crear una distancia social).
Al contrario, si se realizan actos verbales indirectos, diremos que la cortesía es desfocalizadora y que manifiesta cortesía negativa: "puede definirse como una estrategia referencial que tiene como finalidad disminuir o silenciar la importancia del papel que juega la persona referida en el estado de cosas referido". En este sentido, se caracteriza lingüísticamente por la impersonalización o la supresión de la identidad del agente, en función de factores situacionales; semánticamente pues, estamos en el plano de la generalización. Con ella, la finalidad pragmática del hablante puede ser sugerir que existe unanimidad de opinión respecto a su punto de vista, o prevenir que el oyente se sienta aludido.
Evidentemente, en el caso de indirección intencional, los actos ilocutivos se caracterizan por la falta de correspondencia entre la forma sintáctica y la forma pragmática; este fenómeno es particularmente evidente en el caso de los actos exhortativos: "Esta rica variedad de realizaciones de acto exhortativo tiene su origen en el hecho de que el hablante tiene que invadir necesariamente el territorio intencional del interlocutor". Por otra parte, la distancia social entre los hablantes determina la estructura formal de la exhortación cortés, así como la situación comunicativa. En los casos menos convencionales, "la interpretación del objeto exhortativo depende enteramente de los conocimientos extralingüísticos compartidos por el hablante y el oyente respecto a la situación comunicativa en que se produce la locución".