miércoles, 3 de junio de 2009

Mi médico y yo
En su artículo “Lo que crees que has dicho no es lo que creen que has dicho. Los efectos de los actos de habla en la comunicación transcultural”, Holly Jakobson presenta sus resultados sobre los tipos de actos de habla utilizados en EEUU por la comunidad anglófona e hispanohablante en el ámbito sanitario. Concluye que los estadounidenses anglófonos recurren a un lenguaje mucho más directo y directivo que los hispanos, mientras que éstos son más indirectos y representativos. Así pues explica la autora: “La falta de comunicación es una de las razones principales por las cuales la comunidad hispanohablante utiliza menos los servicios sanitarios en este país. Un aspecto de la comunicación que puede influir en la relación entre médico y paciente son los actos de habla, que se usan en ciertos contextos según las normas del idioma. Si el médico y el paciente no comparten las mismas normas o no reconocen que esas diferencias existen, se pueden producir equívocos en la interpretación de los que se ha dicho y lo que se ha hecho durante la consulta”.
Tengo que admitir que yo también me he visto en una situación similar. Aunque pueda parecer poco objetivo contar mis anécdotas personales, querría compartir aquí con vosotros mi experiencia para con médico en Santiago de Compostela. ¿Cómo se desarrollan las consultas con mi médico en Francia? 1. Cuando llego a la sala de espera, tengo que romper el silencio y saludar discretamente a los demás pacientes que ya están esperando su turno. Si sólo hay mujeres por ejemplo, puedo decir “Mesdames” (“Señoras”) y ellas me contestarán “Mademoiselle” (“Señorita”); el intercambio se acaba aquí en principio, al no ser que tenga que pedir permiso para sentarme en una silla ocupada por los objetos personales de otra paciente. Luego esperaré mi turno en silencio leyendo una revista. 2. Cuando llega mi turno, mi médico me saluda dándome la mano y me invita a sentarme. 3. Luego me pregunta cómo estoy y qué es lo que me lleva a la consulta. 4. Le contesto que estoy resfriada, que me duele la garganta, que tengo tos. 5. Entonces mi médico me hace preguntas más específicas: desde cuándo, si tengo fiebre, si es tos seca, si noto alguna molestia más. A cada pregunta le respondo en la medida de lo posible y él lo va apuntando. 6. Me invita a continuación a quitarme la camiseta para auscultarme: me palpa la garganta, la barriga, etc. mientras me sigue preguntando si me duele. 7. Finalmente, me da su diagnóstico: que no es nada grave y que me tome las medicaciones que me prescribe. Las apunta, y mientras las escribe me las va nombrando. También me explica qué dosis tengo que tomar y durante cuánto tiempo. 8. Me pregunta si estoy de acuerdo, es decir si lo he entendido bien. También me da unos consejos: descansar, evitar las bebidas frías, tomar miel, etc. 9. Finalmente, me lleva hasta la puerta, dándome de nuevo la mano y deseándome un buen restablecimiento. 10. Le doy las gracias y me voy. Cómo de desarrollan mis consultas en el ambulatorio de Santiago de Compostela? 1. Cuando llego a la consulta en el ambulatorio, todos los pacientes ya están hablando entre ellos; hay bastante ruido y como están ocupados normalmente no me saludan ni yo tampoco a ellos. Como mucho dirijo una sonrisa a la persona a lado de quien me voy a sentar. Luego me pongo a leer entre el alboroto. 2. Un número señala mi turno y cuando me toca mi médico se queda sentado en su sillón. No me da la mano, ni me indica para sentarme; sólo me dice “hola”. Luego me pregunta mi nombre y si soy desplazada. 3. No me pregunta qué es lo que tengo; soy yo la que tiene que explicarle que vengo porque me encuentro resfriada, que me duele la garganta y que tengo tos. 4. No me pregunta nada más ni me ausculta. 5. Me dice que no es nada, que me tome unos analgésicos y unas pastillas para la garganta. Me apunta la medicación y me la tiende. 6. Le doy las gracias, le digo adiós y me voy. No me devuelve las gracias ni me saluda. En las consultas en Francia, los pacientes no desean hablar porque les supone un esfuerzo (además de estar enfermos): no hablan en la sala de espera y poco en la consulta. Los pacientes esperan que sea el médico quien controle la situación. En su artículo « Apprentissage de l'exercice médical, Le malade et sa maladie » publicado en 2007, el profesor Charles Honnorat aconseja empezar cualquier consulta con un apretón de manos que permite abrir en confianza el canal de la comunicación. También acerca del interrogatorio observa : « Dans cet échange verbal (el interrogatorio), il semble que le plus intéressant soit d'abord l'écoute de son patient. Plus que la recherche de signes cliniques qui, de toutes façons se fera, c'est la compréhension de la personnalité du malade qui est en question. C'est aussi le fait de lui signifier que sa demande ou sa plainte a été entendue ». A pesar de lo que pueda parecer, no es que mi médico en Francia no me deje hablar; primero me pregunta, y presta atención a mi respuesta; en función de lo que respondo me pedirá más información clínica. El profesor Honnorat habla de hecho de un momento de colaboración. También subraya que el paciente espera que se cumplan ciertas normas de conducta, como son una escucha atenta y comprensiva así como cierto número de gestos técnicos (como tomar la tensión por ejemplo). Si siempre salgo mejor de la consulta con mi médico en Francia, en cambio mi reacción es muy distinta en Santiago de Compostela. No sé qué es lo que piensa mi médico de mí como paciente, pero personalmente siempre tengo la sensación de que mi médico es pésimo. No me dice nada que yo ya no supiera y además me resulta muy desagradable. De hecho, ya no voy porque creo que pierdo el tiempo. Se lo he comentado a algunos amigos gallegos y me han explicado que aquí los pacientes son locuaces, como se puede observar ya desde la sala de espera; en la consulta, son los pacientes los que tienen que describir todas sus dolencias. Incluso me aconsejaron exagerar: que diga que me duele mucho la garganta, que mis molestias estomacales me impiden casi caminar, que mis migrañas son un horror, etc. Me aconsejaron exagerar en el tono, poner mala cara, etc. En realidad, el ejercicio de la medicina es mucho más indirecto y analitico en España, pero sigo adoptando una actitud demasiado directa y sintética, y por lo tanto inadecuada. Este malentendido con mi médico sólo se podrá resolver si acepto cambiar mis normas de conducta siendo más extensa y expresiva y si él se muestra más cooperativo. Ahora bien, creo que es una pena que siendo Santiago de Compostela una ciudad tan cosmopolita, las personas que trabajan en los servicios públicos como la salud no estén mejor preparadas para atender a los extranjeros cuando su vida puede estar en peligro. También pienso que sería una buena idea aconsejar pragmáticamente a los estudiantes extranjeros, por su propio bien y la felicidad de su estancia.